“El sabio mira hacia el cielo buscando los secretos del universo, mientras el deprimido mira hacia la tierra buscando un hueco donde esconderse”.
Una persona que sabe lo que quiere siempre hallará un camino, y una pesimista encontrará mil excusas para justificar su incapacidad. El miedo y la fe son hermanas, ambas tienen el poder de crear, una en el plano positivo y la otra en lo negativo.
Muchas religiones definen la fe como algo fuera de lo humano. La fe es un estado mental, en el cual la persona decidida a conquistar algo, adopta nuevos paradigmas para llenarse de herramientas con tal de lograr su propósito.
Napoleón Hill, define seis grandes fantasmas del temor, de los cuales se derivan los otros miedos. El temor a la pobreza, a la crítica, a la enfermedad, a la pérdida del amor, a la vejez y a la muerte. Estos, a juicio del autor, son los grandes males que impiden a la mayoría de las personas alcanzar su felicidad y prosperidad.
Los miedos también son estados mentales, son creencias que la persona adopta para sí creyendo que estas se harán realidad en su vida. El ser humano no puede darle vida a algo en su realidad que antes no haya sido creado en su mente a través de pensamientos.
La mayoría de estos miedos, son regalos que otros nos han hecho y que los adoptamos como ciertos. Quien cree en fantasmas, los ve a menudo. Una persona supersticiosa siempre creerá que los demás le quieren hacer daño.
La mente humana se divide en dos partes: consciente e inconsciente, es en la segunda donde está el sistema operativo con el cual afrontaremos nuestra realidad. Si usted pretende alcanzar el éxito o la felicidad, de seguro que con el sistema de creencias que le fue dado desde niño, no podrá hacerlo, necesitará replantear su vida, hacer un inventario en su forma de pensar, y si es indispensable nutrirse de nuevos paradigmas, eliminando su viejo esquema de pensar.
Tenga en cuenta que los pensamientos se convierten en cosas, lo que usted crea de sí mismo, eso se hará realidad. También necesitará definir exactamente lo que quiere, de lo contrario no sabrá donde llegar e irá por el mundo a la deriva, echándole la culpa a otros de su infortunio o de su “mala suerte”.
Debe hacer un inventario de las cosas que quiere, llenarse de valor y fe para disponerse con todas sus fuerzas a luchar por eso que definió. Es decir, debe hacer un plan de vida. Una vez definida su bitácora, debe entender que la vida siempre le exigirá un precio por eso que quiere lograr y que desea.
¿Qué tan dispuesto está para pagar ese precio?, además entienda que la vida humana siempre estará llena de problemas, o mejor, retos. Estos son, lecciones de vida, enseñanzas que la vida nos da a cambio de aprender. Representamos en este mundo dos papeles, alumnos y maestros, pero para enseñar, primero debemos aprender.
Cuenta una historia que un padre que practicaba la espeleología, decidió llevar a su hijo de 5 años a que viera los secretos del mundo subterráneo, como todo chico de su edad, el niño empezó a arrojar piedras, y se maravilló del sonido que producía la piedra al rodar, ¡toc toc!
Luego el niño, gritó, ¡horrible! Y el eco le respondió ¡horrible, horrible”, volvió a gritar: ¡tonto!, y el eco le respondió, el menor empezó a ponerse nervioso y apegarse de su padre, volvió a gritar: ¡feo!, y el eco devolvió el grito.
Asustado, preguntó a su padre que era eso tan extraño y misterioso. El padre, lo levantó, lo puso en su hombro, y le dijo, escucha hijo: ¡hermoso!, y el eco respondió, ¡fantástico!, ¡maravilloso!, y de regreso recibió la misma respuesta varias veces.
El niño extasiado, preguntó: ¿papi qué es eso?, el padre le dijo: ¡hijo, es la vida, como la llames te responde!