VIVIR CON INTENSIDAD ES LO MEJOR PARA SER FELIZ

Por: Edward Pinilla

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edwardpinillaflorez@gmail.com

Cierto día un guerrero tuvo que tomar una decisión muy fuerte para sus gobernados, un país vecino superior en hombres y armas, le declaró la guerra. Sin vacilar, embarcó a su tropa hacía territorio adversario, en las costas ordenó a sus oficiales que quemaran los barcos, luego dijo a sus soldados: ¿quieren regresar a casa?, no hay sino dos opciones, morir en tierra extranjera o vencer al enemigo y regresar en sus barcos.

La misma decisión es necesario tomarla cuando se trata de cambiar el estilo de vivir. O evoluciono o involuciono. Para producir cambios en la vida es indispensable quemar los barcos del ayer, de lo contrario la rutina seguirá dirigiendo el destino.

Analiza cuán rápido pasan los años. La edad promedio de vida es de 80 años, si tenemos en cuenta que cada año tiene 365 días, esto es que tenemos 29.200 días de vida. Es como si al nacer nos hubieran dado una chequera con esa cantidad de cheques. De acuerdo a tú edad ¿cuántos cheques llevas gastados y cuántos te quedan por consumir?

Según esto, responde ¿para qué naciste? para ser feliz, verdad. Ahora responde: ¿lo eres sinceramente?

Nadie nos dijo que no íbamos a tener problemas y que no íbamos a sufrir. Analiza cuál fue el último problema al que te enfrentaste, ¿cómo reaccionaste? ¿Qué aportaste de más para que se agrandara?

Hay cinco razones básicas por las cuales algunos seres humanos convertimos nuestra existencia en una carga de infelicidad, de lamentaciones y de infortunio.

La primera de ellas es, no vivir el momento. Constantemente se escucha a algunas personas decir “seré feliz cuando consiga pareja, casa, un empleo mejor, etc.”, ellas condicionan su felicidad a algo material y nunca llegan a conocerse a sí mismas. Es en las cosas más sencillas donde está la felicidad. Por alguna razón nos apegamos a las cosas como el metal a un imán, incluso algunas personas condicionan su felicidad al apego material y difícilmente pueden desprenderse de algo. Es una vida llena de dependencias.

La madre Teresa de Calcuta solía decir “Mientras estés vivo siéntete vivo, si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo;  no vivas de fotos amarillas, sigue aunque todos esperan que abandones; haz que en vez de lástima te tengan respeto; cuando por los años no puedas correr –  trota; cuando no puedas trotar – camina; cuando no puedas caminar – usa el bastón, pero nunca te detengas”

La vida es como una película, hay actores o actrices protagonistas, extras, de reparto, invitados y villanos. Estos últimos le dan acción a la serie, pero hay que tener cuidado en no darles un papel protagónico, porque te hacen la existencia difícil.

La segunda razón es la rutina. Ella es la causante de la mayoría de fracasos, principalmente en las relaciones de pareja. ¿Cómo identificarla?, simplemente cuando veas que llevas mucho tiempo haciendo lo mismo y lo mismo sin cambiar o al escuchar frases como “yo soy así, me gusta hacerlo de esta manera”. Estas personas poco asumen riesgos, son tercas y soberbias.

Parecen títeres dentro de una escena repetitiva. Algunas veces les da miedo los cambios porque saben que detrás de ellos hay algo desconocido que requiere de aprendizaje para reordenar. Ellas prefieren seguir en lo mismo, porque es lo mejor que saben hacer, por eso no se preocupan por cambiar.

Otra característica es la ira. Ésta hace que se cometan muchos errores de los cuales más tarde nos arrepentimos. La manifestación de la ira es como cuando coges un papel y lo arrugas, por más que intentes dejarlo como antes, las arrugas siempre se mantendrán. Esta emoción hace que se deteriore nuestra imagen ante los demás.

La ira no es que sea mala, lo malo es la forma como se reacciona. Hay varias maneras de controlarla para evitar caer en equivocaciones. Primero identifica la causa que te hizo enojar, luego aprende a respirar correctamente, no des rienda suelta a tú enojo, aléjate y calla, enfrenta a la persona con que te enojaste con asertividad y a solas, y finalmente usa el pronombre “yo” en lugar de “tú”.

La cuarta característica es no pedir perdón. El perdón produce paz en el corazón, el rencor genera antipatía y odio.

Y, finalmente las preocupaciones. Esta es una forma de antecedernos a unos hechos de los que no estamos seguros si ocurrirán. Analiza ¿Cuántas de las preocupaciones que tuviste se cumplieron?

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