En una de sus frases de sabiduría, el Dalai Lama, afirmó que “Solo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto, hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y, principalmente, vivir”.
En la vida no tenemos sino dos opciones, o somos parte del problema o parte de la solución. De esta manera podríamos empezar definiendo el concepto de autoestima, que en otras palabras se refiere al amor propio, al valor que tienes por ti mismo(a). Si alguien se valora y entiende la clase de ser humano que es, podría llegar hasta donde le sea posible. Si por el contrario es una persona que desprecia su vida, siempre será parte del problema y como su vida es un caos tratará de hacer lo mismo con los demás.
La autoestima tiene cuatro características: el autoconocimiento, la autovaloración, el auto respeto y la automotivación. Una investigación hecha hace algunos años por expertos de la Universidad de Harvard encontró las razones por las cuales una persona consigue lo que quiere en la vida. El 15% lo representa las habilidades técnicas y los conocimientos profesionales, el restante 85% está en la capacidad de motivación, la actitud y la capacidad para relacionarse.
Este último porcentaje está directamente relacionado con el amor propio. Si alguien se ama a sí mismo, tendrá entusiasmo, respeto y compromiso para nunca detenerse hasta encontrar lo que busca. Como dijo Emerson “nada se logra sin entusiasmo”.
La actitud mental positiva tiene que ver con la motivación y ésta es la razón por la que algo se mueve y la mejor manera de encontrar la motivación de una persona es observar su comportamiento. Hay tres tipos de autoestima. Alta, baja e inflada. Las personas en nivel alto se sienten bien consigo mismas, tienen asertividad, son independientes, reconocen sus errores, son creativas y originales, organizadas, ordenadas, les gusta los retos, disfrutan la vida y les molesta que los adulen.
Las de autoestima baja, son indecisos, se les dificulta tomar decisiones, permanentemente consultan a otros, piensan que no pueden hacer algo bien, dudan, son inseguras, conflictivas, con frecuencia critican a otros, son miedosos, nerviosos, pesimistas, se dan por vencidas, no conocen sus emociones, son dependientes y por lo general son aisladas.
Por su parte, quienes poseen autoestima inflada creen tener siempre la razón y que nunca se equivocan, son vanidosos, prepotentes, narcisistas, sabelotodo, envidiosos, ególatras, megalómanos, conflictivos y diferenciadores. Son los padres los primeros responsables de forjar la autoestima en sus hijos, le siguen los maestros, la sociedad, los vecinos, el ambiente familiar y otros factores.
En el amor propio están las respuestas al odio, rencor, rabia, antipatía, celos, violencia, maltrato y otras conductas antisociales. Como decía antes, los seres humanos damos de lo que tenemos. “De la abundancia del corazón habla la boca” dice la biblia, si fuiste educado con amor, eso darás, si por el contrario hay odio o resentimiento así será tú comportamiento. Nadie da de lo que no tiene y la base para dar está en la forma de pensar y sentir.